domingo, 9 de octubre de 2011

No me di cuenta, hasta aquel preciso instante en el que por mi boca salió la más inocente y orgullosa de las frases. La gente presume de sus autorretratos o de su cocina nueva o qué sé yo.
No fui consciente de la banalidad de la situación y de la conversación, y de que me había metido de pleno en ella.
Hola, buenos días, soy mediocre.

De lo único de lo que me enorgullezco es del frío que pasé, no decisivo, pero sí suficiente para calmar mis ojos revueltos y mi conciencia intranquila.

Si el mundo (¡o el karma!) quiere disculparse conmigo, estaré esperando donde siempre, que yo, señores, me retiro en ese aspecto.

Se acabó el alcohol en unas cuantas semanas.

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