No fui consciente de la banalidad de la situación y de la conversación, y de que me había metido de pleno en ella.
Hola, buenos días, soy mediocre.
De lo único de lo que me enorgullezco es del frío que pasé, no decisivo, pero sí suficiente para calmar mis ojos revueltos y mi conciencia intranquila.
Si el mundo (¡o el karma!) quiere disculparse conmigo, estaré esperando donde siempre, que yo, señores, me retiro en ese aspecto.
Se acabó el alcohol en unas cuantas semanas.
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