A ti, que me lees o que dejaste de leerme hace tiempo.
Es posible que no me creas, yo, en tu lugar, seguramente no lo haría, pero allá voy.
Quizá lo que me ha empujado a escribir ha sido la certeza de algo que se acaba y que no quiero que termine así.
La necesidad de estar bien contigo, con los demás, pero sobretodo conmigo misma.
Quizá ha sido el sol de la facultad y el olor a clase.
No lo sé.
No sé cuando empecé a sentirme así, pero, tras unos cuantos meses, el peso de la culpabilidad y la estupidez me lapidan demasiado.
Yo misma me peso, me canso, me aburro cuando pienso en nuestra situación.
En quién eres tú y por qué la vida nos juntó de esta forma.
En el daño afligido y la nostalgia forzada, y en los intentos de que se quedaban en eso, en intentos. En las conversaciones a base de posts, en la curiosidad de indagar un poco más y en la necesidad de saber un poco menos. En los prejuicios y clichés.
No puedo decir o saber nada más.
Lo siento.
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