viernes, 19 de junio de 2009

... (I)


Sí, para qué engañarme, engañarnos.
Tengo la mente confusa y dispersa, y el corazón abierto al rocío de la mañana como el que siempre espera un poco más, pero se le otorga un poco menos.
El recuerdo está dispuesto a traicionarme, y los prejuicios que siempre odié, han crecido como la mala hierba: haciendo daño.
Pasó el tiempo de la indecisión, aunque juguemos a ser mayores, tampoco somos niños.
El o el no, lo marcan absolutamente todo.



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